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  • EL BLOG DEL BCE
  • 9 de abril de 2020

Así está ayudando el BCE a las empresas y los hogares

Por Christine Lagarde, presidenta del BCE

Las autoridades de todo el mundo están movilizándose para luchar contra el coronavirus. El COVID-19 es un golpe completamente nuevo al que no es posible responder con las recetas del pasado. Necesitamos políticas que se ocupen sobre todo de los más expuestos a esta crisis.

Y en este momento esos son las empresas y las familias que se enfrentan a cuantiosas pérdidas de ingresos y contemplan su futuro con creciente ansiedad. Las políticas del BCE se han diseñado precisamente pensando en ellos. Respetando nuestro mandato —la estabilidad de precios—, hemos adaptado nuestras medidas para canalizar la liquidez hacia los ciudadanos y los sectores que más necesitan nuestro apoyo.

Para entender cómo están funcionando nuestras medidas, necesitamos comprender por qué esta crisis es especial. Sus causas son distintas a las de una crisis financiera o una recesión convencional. La drástica caída de la actividad económica es consecuencia de la decisión necesaria de pedir que los ciudadanos no salgan de casa. Ello crea la necesidad de evitar que empresas que son viables cierren y que sus empleados pierdan sus puestos de trabajo como consecuencia de una crisis transitoria de la que no son culpables.

Los trabajadores se encuentran hoy en una situación de riesgo más grave que en ningún otro momento desde los años treinta. Por ejemplo, en 2009 durante la crisis financiera en Estados Unidos hubo un máximo de 665.000 nuevas solicitudes de prestaciones por desempleo a la semana. Sin embargo, en las dos últimas semanas esas solicitudes han sido de 3,3 y 6,6 millones. Aunque en Europa el empleo suele reaccionar con más lentitud y menor volatilidad, comienzan a observarse señales preocupantes: el índice de directores de compras relativo al empleo (PMI, por sus siglas en inglés, uno de los indicadores de actividad usados más habitualmente) registró en marzo una caída sin precedentes.

Para evitar daños duraderos, necesitamos mantener la economía en estado latente, lo más cerca posible a su estado anterior al brote. Existen distintas formas de hacerlo. Una es introduciendo mecanismos públicos que apoyen el empleo a corto plazo. Otra es movilizando al sector bancario para que proporcione a las empresas el capital necesario para que puedan seguir pagando las nóminas y facturas. Como la zona euro es una economía dependiente de la financiación bancaria, facilitar el flujo de crédito contribuye a que la liquidez penetre rápidamente en todas las ranuras de la economía.

Los Gobiernos y los bancos centrales están adoptando medidas complementarias para que los bancos puedan seguir dando financiación. Por un lado, los Gobiernos están concediendo avales que reducen el riesgo para los bancos en caso de que los deudores no puedan pagar sus créditos. En la zona euro ya se ha asignado aproximadamente un 16% del PIB a este tipo de mecanismos. Y por otro lado, el BCE está proporcionando liquidez suficiente para que los bancos puedan hacer frente a sus obligaciones, garantizando al mismo tiempo que sigan existiendo buenas condiciones de financiación para toda la economía en general.

Hemos introducido dos tipos de medidas para lograr estos objetivos.

En primer lugar, medidas específicas a escala masiva para asegurar que la liquidez llegue a quienes más la necesitan. Nuestra nueva línea de crédito con objetivo específico pone a disposición de los bancos en torno a tres billones de euros a tipos de interés negativos, que pueden llegar hasta el -0,75%, el más bajo que hayamos ofrecido nunca. Sabemos por experiencia que estas medidas pueden ser poderosas. Estimamos que nuestras dos series anteriores de operaciones con objetivo específico animaron a los bancos a prestar unos 125.000 millones de euros más de los que habrían prestado si no hubieran existido estas líneas.

Para asegurar que los bancos hacen uso de esta nueva línea de crédito en su totalidad, también hemos introducido un paquete de medidas de relajación de los criterios de admisión de los activos de garantía, centradas específicamente en las empresas más pequeñas, los autónomos y los particulares. Los créditos a empresas y autónomos incluidos en los programas de avales relacionados con el coronavirus podrán ser admitidos por los bancos centrales de los países de la zona euro como activos de garantía en nuestras operaciones de financiación, así como otros préstamos más pequeños.

Estas medidas animarán a los bancos a conceder préstamos también a las microempresas y a los autónomos, que suelen tener un acceso más restringido al crédito, y refinanciar sus deudas con la liquidez que les ofrecemos a tipos de interés negativos y plazos de vencimiento de hasta tres años. En toda la zona euro, aproximadamente 22 millones de personas son autónomos, lo que representa un 14% del empleo total. Por tanto, nuestras nuevas medidas harán posible que más trabajadores tengan acceso al crédito.

En segundo lugar, estamos adquiriendo un considerable volumen de títulos de deuda pública y privada para asegurar que todos los sectores de la economía se beneficien de unas condiciones de financiación favorables. Nuestro programa de compras de emergencia frente a la pandemia, junto con el resto de programas de compras de activos, nos permitirá adquirir bonos por importe superior al billón de euros hasta el final de este año. Esto facilita que los Estados puedan financiarse con tipos de interés bajos ahora que más lo necesitan. Además, dispondremos de flexibilidad para decidir qué tipo de activos compramos y dónde. También hemos incluido en nuestras compras de activos el papel comercial, que es una fuente importante de liquidez para las empresas. Con ello les proporcionamos apoyo adicional para gestionar su flujo de caja diario y evitar despidos innecesarios.

En conjunto, estas actuaciones demuestran que desde el BCE no toleraremos que las condiciones de financiación empeoren en medio de uno de los mayores cataclismos macroeconómicos vividos en tiempos modernos. Pero nuestra respuesta será más contundente si todas las políticas se refuerzan entre sí. Es fundamental que la respuesta fiscal a esta crisis tenga fuerza suficiente en todos los países de la zona euro. Los Gobiernos necesitan apoyarse mutuamente para poder dar juntos una respuesta óptima a un golpe que es común y del que ninguno es responsable.

La plena armonización de las políticas fiscal y monetaria es el mejor camino para proteger nuestra capacidad productiva y empleo, lo que nos permitirá recuperar tasas de crecimiento e inflación sostenibles cuando superemos el brote. O se curan todos los países o los demás también sufrirán. La solidaridad es, de hecho, una cuestión de interés propio. En el BCE continuaremos haciendo nuestro trabajo cumpliendo con el mandato de estabilidad de precios y sirviendo a los europeos.