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Fabio Panetta
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Preparando el futuro digital del euro

Por Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo del BCE

Fráncfort del Meno, 14 de julio de 2021

Nos adentramos en la era del dinero digital. Al igual que el dinero mercancía o el dinero representativo en el pasado, el dinero digital aparece como respuesta a los cambios que se están produciendo en la sociedad y en la tecnología.

Hoy, la digitalización está llegando a todos los ámbitos de nuestras vidas, y la pandemia de coronavirus (COVID-19) ha demostrado lo rápido que puede producirse un cambio de este tipo. La digitalización está afectando al modo en que pagamos. Cada vez es más frecuente comprar digitalmente o por Internet y la utilización del efectivo como medio de pago está disminuyendo.

Las soluciones privadas de pagos digitales o por Internet tienen grandes ventajas, como su comodidad, rapidez y eficiencia. Pero también plantean riesgos relacionados con la privacidad, la seguridad y la accesibilidad y pueden ser caros para algunos usuarios. Los pagos digitales siguen siendo la forma de pago más utilizada por los consumidores de rentas más altas, mientras que los de rentas más bajas prefieren el efectivo, lo que demuestra su función esencial para la inclusión financiera.

Los bancos centrales no pueden permanecer ajenos a estos cambios. Durante siglos, el emisor soberano ha proporcionado su propia moneda a los ciudadanos como símbolo de estabilidad, seguridad y confianza. Suministrar moneda como bien público es un elemento fundamental de la misión de los bancos centrales.

Ante la transformación digital que se está produciendo actualmente, y que podría transformar el panorama de pagos e incluso todo el sistema financiero, los bancos centrales deben ser audaces y seguir el ritmo de estos cambios.

En consecuencia, el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo ha decidido hoy poner en marcha oficialmente un proyecto para preparar la posible emisión de un euro digital. Más concretamente, esto significa que dedicaremos los recursos necesarios a diseñar un producto listo para el mercado. No obstante, la decisión sobre la emisión de un euro digital se adoptará en una fase posterior y, en todo caso, el euro digital sería un complemento del efectivo, no su sustituto.

El inicio de este proyecto hoy es resultado del trabajo de exploración realizado hasta la fecha.

Nuestro primer paso, el Informe del Eurosistema sobre un euro digital, sentó las bases e identificó los motivos de la posible emisión de un euro digital[1].

Las personas que viven en la zona del euro pueden acceder sin costes a un medio de pago seguro y universalmente aceptado en forma de efectivo. Pero los pagos digitales y por Internet también deberían reunir estas características. Un euro digital reduciría los costes de las transacciones, promovería la inclusión financiera, al asegurar que las personas que actualmente no tienen acceso a los servicios financieros puedan utilizar los pagos digitales, y permitiría a los usuarios comprar en cualquier tienda y país de la zona del euro.

Un euro digital también ofrecería seguridad. Como el efectivo, sería un derecho directo frente al banco central y, por tanto, no tendría ningún riesgo, ni de liquidez, ni de crédito, ni de mercado.

Al emitirlo el banco central, que no tiene interés comercial en monetizar los datos de los usuarios, el euro digital contribuiría a proteger la privacidad de las personas frente al uso comercial o a intrusiones injustificadas. Una estructura de gobernanza adecuada y transparente que sea conforme al Reglamento europeo sobre protección de datos también aseguraría que los datos personales de los usuarios solo sean accesibles a autoridades legítimas, lo que impediría actividades ilícitas como el blanqueo de capitales o la financiación del terrorismo.

Un euro digital aseguraría la competitividad en el mercado y estimularía la innovación al permitir que empresas, tanto grandes como pequeñas, centren en él su oferta. Al basarse en el euro digital, los intermediarios europeos estarían en condiciones de potenciar los servicios que ofrecen a sus clientes y competir incluso con gigantes tecnológicos mundiales que amplían su actividad a los servicios de pago y financieros. Y el dinero de banco central seguiría siendo el núcleo del sistema de pagos, lo que reforzaría la autonomía europea en la era del dinero digital.

Nuestro segundo paso, una vez publicado el informe del Eurosistema, fue celebrar una consulta pública. Recibimos un número de respuestas sin precedentes, lo que demuestra el enorme interés de los europeos en los posibles beneficios de un euro digital. La consulta también reveló que la privacidad, la seguridad y la posibilidad de utilizar el euro digital de forma generalizada son las características más importantes para los hogares y las empresas[2].

Paralelamente, junto con los bancos centrales nacionales (BCN) de la zona del euro, llevamos a cabo una serie de pruebas de concepto para evaluar la viabilidad tecnológica de un euro digital.

Las pruebas revelaron que la infraestructura existente, como la que utiliza el Eurosistema para el servicio de liquidación de pagos inmediatos de TARGET (TIPS), así como la tecnología de registros distribuidos, podrían potenciarse para procesar los aproximadamente 300.000 millones de pagos minoristas que se realizan cada año en la zona del euro.

Este trabajo experimental permitió identificar posibles opciones para proteger la privacidad, que van desde la segregación de los datos hasta el uso de técnicas criptográficas.

Por último, nuestros experimentos mostraron que la energía que consume la infraestructura de liquidación que utilizamos es insignificante en comparación con el consumo de energía y la huella ambiental de criptoactivos como el bitcóin, que usa más electricidad que Grecia o Portugal[3].

El resumen de las conclusiones principales de nuestros experimentos se ha publicado hoy[4] y los resultados detallados serán dados a conocer por los BCN en las próximas semanas.

No obstante, aunque todos estos pasos han arrojado luz sobre las posibilidades de un euro digital, aún quedan muchas dudas por resolver.

El dinero y los pagos impregnan nuestra vida cotidiana y sostienen la economía. Cualquier cambio que resulte de la innovación tecnológica, si no se ha diseñado adecuadamente, puede dar lugar a disrupciones en nuestros sistemas financieros, economías y sociedades.

El diseño de una nueva forma de dinero de banco central implicará definir requerimientos operativos y tecnológicos e identificar las mejores opciones. Por ejemplo, para asegurar que el euro digital se utilice como medio de pago en lugar de como forma de inversión, con vistas a preservar la estabilidad financiera, o para elegir entre: un registro centralizado, cuyo manejo podría ser más sencillo y eficiente; un registro distribuido, que podría ser más adecuado para las transacciones entre particulares (P2P); y/o un almacenamiento local en el dispositivo del usuario, que permitiría pagos offline. Estos aspectos influyen los unos en los otros y será fundamental adoptar un conjunto de decisiones coherentes para que el sistema funcione correctamente.

Este es el contexto de nuestra decisión de poner en marcha el proyecto de un euro digital, cuyos dos primeros años se dedicarán a investigar su diseño y que requerirá la creación de grupos específicos, interacción con intermediarios financieros, desarrollo de prototipos y trabajo conceptual. Entablaremos un diálogo con todas las partes interesadas y continuaremos manteniendo contactos estrechos con otras instituciones europeas para definir el marco legislativo necesario. El Parlamento Europeo, la Comisión Europea, el Consejo Europeo y el Eurogrupo han reconocido la importancia del euro digital para un sector financiero innovador y un sistema de pagos resiliente y han animado al Eurosistema a continuar su trabajo[5].

Nuestro objetivo es estar preparados, al cabo de estos dos años, para comenzar a desarrollar un euro digital, lo que podría llevarnos unos tres años más.

Un euro digital triunfará si añade valor para todos los interesados: ciudadanos, comercios e intermediarios financieros. Queremos que el diseño del euro digital cumpla esta condición con éxito.

El Eurosistema impulsará este proyecto con el grado necesario de prudencia inherente a nuestro mandato de proporcionar estabilidad, tanto monetaria como financiera, pero sin temor a escribir esta nueva página del progreso europeo.

  1. Véase el Informe sobre un euro digital publicado por el Eurosistema.
  2. Véase el Informe del Eurosistema sobre la consulta pública sobre un euro digital.
  3. Según datos de Cambridge Centre for Alternative Finance.
  4. Véase el informe Digital euro experimentation scope and key learnings.
  5. Véanse la Declaración de los miembros de la Cumbre del Euro de 25 de marzo de 2021, la carta resumen de la reunión del Eurogrupo de 21 de mayo de 2021, las Conclusiones del Consejo de la UE relativas a la Comunicación de la Comisión sobre una Estrategia de Pagos Minoristas para la Unión Europea de 4 de marzo de 2021, la Resolución del Parlamento Europeo, de 10 de febrero de 2021, sobre el Banco Central Europeo - Informe Anual 2020 y la Comunicación, de 19 de enero de 2021, de la Comisión Europea «Sistema económico y financiero europeo: fomentar la apertura, la fortaleza y la resiliencia».